domingo, 8 de agosto de 2010

Homenaje al “Suizo” (mi padre)

Hoy hace 6 años que murió mi papa.
A pesar de lo mucho que lo extraño, no siempre me acuerdo de esta fecha. Será porque cuando sucedió no pude estar ahí ni ir al funeral. Yo vivía en Londres, tenía 7 meses de embarazo de mi primer hijo y no me permitieron viajar.
Hoy me acordé porque anoche no podía dejar de pensar en él. Eran más de las doce de la noche y no podía dormir. En cambio, no hacía sino recordar cosas sobre mi papá. Cuando me di cuenta de la fecha, se me salieron las lágrimas. No sé si de la emoción, de la tristeza o de la culpabilidad porque la mayor parte de los recuerdos no eran, digamos, positivos…
Mi papá no fue nunca una persona fácil, todo lo contrario. Nadie que lo haya conocido me desmentiría. El consenso general era que mi madre debía quererlo muuuucho para soportarlo. Y yo sé que fue así… Pero es que él tampoco podía vivir sin ella, aunque costara creerlo.
Pero yo siempre fui su consentida. Desde pequeña mi mamá me mandaba a pedirle las cosas. Como salir a comer fuera, como comprarle un regalo, etc. También me tocó a mí darle la noticia de la muerte de mamá.
Podía sentarme en sus piernas y caerle a besos sin que me dijera “¡sale!”. Pasábamos horas jugando Backgammon, luego pasamos al Scrabble y más adelante, cuando entraba en sus períodos de depresión, me sentaba en el suelo con él a jugar a “la crapet” un juego de cartas suizo que jamás he vuelto a jugar (y que no se si se escribe así, porque jamás lo vi escrito ni nunca más he sabido de alguien más que lo conozca).
Era un hombre muy culto e inteligente. Uno de esos hombres que se hacían a sí mismos. A ver, no es que fuera pobre de pequeño ni mucho menos (hijo de un Suizo importado por su empresa y una venezolana heredera del mantuanismo) y estudió en Estados Unidos (Cornell y MIT – y aquí mi hermano Jorge descubrió no sé cómo, que lo habían botado de MIT por reprobar- ). Pero sé que de grande, nadie le regaló nada. Hizo fortuna a pulso y con inteligencia. Pero, como mi madre bien decía que toda su inteligencia para los negocios no le servía para vivir. Ella, que no terminó los estudios para ayudar a su madre, era una persona feliz por naturaleza. Creo que no puede haber una pareja más dispareja. Ella era como una muñequita: preciosa y menudita, medía 1,55mts y pesaba 50kg. Siempre sonreía y le encantaba una rumba y un baile. Él era imponente: corpulento y buenmozo. De joven lo llamaban El Príncipe. Medía 1,95mts y no sé lo que pesaba, pero en su adultez desarrolló una barriga respetable (por decirlo educadamente). Y no le gustaban las fiestas, no sabía bailar y todo le parecía “ridículo”.
No tenía inteligencia para vivir porque no lograba disfrutar de lo que había construido. Tenía fortuna, pero no la gastaba (en parte porque le preocupaba nuestro futuro, hay que reconocer). Era depresivo, pero se negaba a ir al médico y tratarse. Durante sus épocas de depresión se hundía en un abismo en el que yo sólo lograba conectar con él jugando a la crapet o sentándome a ver televisión con él. Cuando estaba en su fase de hiperexitación, cometía locuras deliciosas, pero era agotador y difícil de seguirle el ritmo.
No nos la puso fácil a ninguno de sus tres hijos. Era muy estricto. A veces en exceso. En el círculo de amigos de mis hermanos, era conocido como “El Suizo”. Más de una vez devolvió a algún adolescente de la puerta de la casa porque “era muy tarde para salir”. Y también más de una vez los botó de la casa porque “era muy tarde para estar haciendo visita en una casa decente”.
Mi hermano Jorge lo llevaba relativamente bien. Era el mayor y el varón y mi papá era de la vieja escuela. Aquello de “tough love”. Lo hizo ganarse las cosas, pero lo ayudó cuando le parecía que la lección había calado.
Mi hermana Isabel fue la que lo pasó peor. Su relación con papá era la más difícil. Y lo dejo de ese tamaño porque este es mi blog, no el de ella.
Yo lo llevé bien hasta los 19 años. No sé si porque yo era dócil, o porque mis elecciones coincidían con lo que él esperaba de mí. Pero eso se terminó a los 18 cuando decidí estudiar periodismo y no administración como él quería. Estaba tan acostumbrada a hacer lo que quería que tuve muchos enfrentamientos a partir de ese momento. Y de repente me convertí en la oveja negra. El peor momento fue cuando me fui a vivir con José a México. Dejó de hablarme durante 10 meses “mientras estuviera en el vergonzoso estado del concubinato”. Me dijo que no iría a mi matrimonio porque era sólo la legalización de una situación “de facto”. Y el día de mi matrimonio, en México, se presentó en mi casa. Sé de buena fuente que el pasaje le costó una fortuna, porque lo compró el día antes. Luego me dijo “hubiera alquilado un avión de ser necesario”.
Así era mi papá. Duro por fuera, pero blandito por dentro… cuando lograbas atravesar la coraza. Como cuando nos pidió que no vendiéramos la casa que él construyó para la familia y en la que vivió durante 31 años. O cuando nos pidió que regáramos sus cenizas junto con las de mi mamá en el samán del jardín de esa casa que plantaron juntos cuando se mudaron.
Podría seguir escribiendo páginas y más páginas. Tengo material para rato. Lo bonito es que mientras más escribo y más recuerdo, más cosas positivas encuentro. Tengo mucho que agradecerle a mi papá. Él siempre insistió en que se sentiría satisfecho si nos dejaba una buena educación. Y lo hizo. No sólo académica, sino cultural también.
Lo extraño mucho y me haría muy feliz saber que está orgulloso de lo que he construido con mi familia. Y aunque ya no esté, aun hoy en día, me ayuda cada vez que lo necesito.

domingo, 25 de abril de 2010

Sant Jordi: De libros y rosas, pero nada santo

El viernes pasado (23 de abril) fue el dia de Sant Jordi en Cataluña. Puede parecer un dato sin importancia, pero sólo alguien que no haya vivido esta fecha en Cataluña, especialmente en Barcelona, puede considerarlo como una fecha como cualquier otra.
El día de Sant Jordi en Cataluña es el día de los enamorados que generalmente se celebra el 14 de febrero en otro países. Pero eso tampoco es lo que hace esta fecha especial. Lo realmente especial, es que es el día del libro. Aja, dirán, es el día internacional del libro declarado por la Unesco desde 1996. Internacional, es decir, en todo el mundo, ¿que tiene de especial en Cataluña? Bueno, que además tiene connotaciones autonómicas, es decir, de reivindicación de la cultura catalana.

Entonces, ¿qué sale de todo esto? Un día muy especial. Pero como todo lo que pasa está estrechamente ligado a la leyenda de Sant Jordi, empezaré por echarles el cuento brevemente (prometo tratar de ser breve).


Hay varias versiones, pero en líneas generales va así: Había un reino, que actualmente se identifica con la ciudad de Montblanc en Cataluña, donde había un dragón muy poderoso que tenía aterrados a todos los habitantes del pueblo y se comía todos sus animales. Como el dragón siempre tenía hambre, empezaron a sortear a las jóvenes del pueblo para ofrecérselas al dragón (¿han visto el machismo? sólo a "las jóvenes del pueblo"). El Rey también puso a la princesa en el sorteo (aquí varían las leyendas, en algunas el rey lo hizo voluntariamente porque era un gran rey, y en otras el pueblo se sublevó y lo obligó a meter a su hija en el sorteo... no se por qué, pero me inclino por la segunda...). Resulta que un día salió la princesa en el sorteo y el rey tuvo que aceptar el destino (aquí también varían, ¿adivinan? en unas lo aceptó sin rechistar, incluso negándose a aceptar cambiarla por otra como le ofrecieron y en la otra, el rey ofreció dinero para hacer el cambio, pero el pueblo no lo aceptó... ¿por cuál se inclinan ustedes?). El asunto es que cuando la princesa iba camino a la cueva del dragón, un caballero llamado Jordi (o Jorge) supo del triste destino de la princesa y decidió salvarla, luchando contra el poderoso dragón y venciéndolo. La leyenda termina diciendo que allí donde se derramó la sangre del dragón, creció un hermoso rosal de rosas rojas.

La costumbre en Cataluña es que ese día los hombre regalan una rosa roja acompañada de una espiga a las mujeres (rosa roja: pasión, espiga: fertilidad) y las mujeres regalan un libro a los hombres. Como ven, se mantiene el machismo simbólico: las mujeres, para quererlas y procrear, los hombre para instruirse...

Pero lo verdaderamente especial del día, es la celebración del libro. Barcelona se ve prácticamente asaltada por puestos de ventas de libros con descuentos y todo centro cultural que se precie, o todo espacio público de cierta importancia, tiene agendada una firma de libros con los autores de moda. Obviamente es una gran fecha para las editoriales, que aprovechan para lanzar títulos y exhibir a sus autores.

La rambla de Barcelona se convierte en un río de gente. Y las ramblas menores y plazas no se quedan atrás. Las escuelas organizan salidas para ver las actividades que complementan la exhibición de libros, también pasan la semana preparándose para la fecha (por lo que uno tiene días ya escuchando la leyenda en catalán, canciones y viendo dibujos). Además, las aceras se inundan de gitanas e inmigrantes que venden rosas a la exorbitante suma de €5 la rosa! Claro, también hay jóvenes catalanes que venden rosas para recaudar fondos para sus colegios y otras causas, pero son los menos.

Yo no había captado la dimensión del día en toda su extensión hasta que me pasaron dos cosas. Primero, estuve siguiendo los Tweets de un escritor madrileño que vino a firmar libros por primera vez a Barcelona en Sant Jordi. El señor alucinaba. Tuvo cuatro firmas en lugares diferentes de la ciudad y desde cada una mandaba reportes de lo increíble que era ver las colas de gente para obtener firmas y además, siempre le tocaban unos escritores divertidísimos o reverenciadísimos al lado (cada mesa tiene a varios escritores firmando libros). Puede sonar tonto, pero ver a un escritor consagrado, profesor universitario, a quien yo admiro y sigo en su blog, disfrutar como un niño la experiencia de Sant Jordi me llamó la atención.

Lo segundo que me rompió un poco los esquemas fue atravesar la Plaza de Catalunya el viernes a las 5pm. Además del gentío que había en la plaza (más del gentío normal ese día a esa hora) había una fila larguíiiisima que casi le daba la vuelta a la plaza y que por lo que pude ver, comenzaba en uno de los puestos de libros. Le pregunté a una muchacha (adolescente hay que aclarar como casi todos los integrantes de la fila) por uqé hacían fila y me contestó (en ese tono de exasperación de los adolescente que en este caso significaba "¿por qué más va a ser?") que era para firmar un libro. Ajá, ¿de qué autor?, "de Federico Maccio" (ya sin exasperación y me dio la impresión de que era sustituida por cierta adoración). Hágase notar que puedo escribir el apellido correctamente, porque lo primero que hice al llegar a mi casa fue googlear el nombre del autor para saber quién carrizos era ese señor que causaba tanto furor entre los adolescentes.

Total, que estos dos hechos me hicieron darme cuenta de la dimensión del día de Sant Jordi. Yo, por mi parte, le compré un libro a cada uno de mis hijos... si a Yolanda también! y uno a mi esposito. Yo recibí una rosa para ponerme en la solapa de parte de mi cuñada Ana, quien, sospecho, sabía que no me iba a tocar nada más...

miércoles, 3 de marzo de 2010

Una conversación que prefiero olvidar... pero no puedo...

Hace un par de días estaba en el parque con mis hijos pequeños, Yolanda y Jorge. Como es lo normal Yolanda andaba a su aire y yo la dejaba, viéndola desde la distancia, pendiente de si pedía ayuda. Mi filosofía de parque es no ayudarla a menos que lo pida y si lo pide, animarla a intentarlo sola primero, conmigo al lado claro está. Suele dar resultado y así Yolanda se va atreviendo a hacer cada vez más cosas sola.
El asunto es que yo estaba ayudando a Jorge a encaramarse en una telaraña mientras Yolanda trataba de montarse en un subibaja al otro lado del parque. Una señora mayor, que parecía la abuela de otra niña del parque se acercó junto con su niña, la subió en el subibaja y ayudó a Yolanda a montarse. Estuvieron jugando de lo más bien. Al rato veo a la señora mirando alrededor como buscando algo o alguien y me doy cuenta de que se está preguntando dónde está el adulto que acompaña a Yolanda. Así que agarro a Jorge y me acerco. Efectivamente la señora me dice que le parecía raro que Yolanda estuviera sola en el parque siendo tan chiquita. E inmediatamente pasa a decir que a pesar de todo Yolanda se ve muy espabilada. Sin hacerle caso al "a pesar de todo" le sonrío y le digo que sí, que lo es. Pero la sonrisa se me congela cuando la escucho decir "pero lo que no entiendo es como, con todos los avances científicos y de la medicina, todavía sigan naciendo niños asi". Sinceramente mi primera reacción fue pensar que no había entendido lo que quería decir la señora. Pero no me quedó más remedio que entender cuando agregó "digo, no hay nada que se pueda hacer para evitarlo? No hay exámenes para saberlo antes de que nazcan?" Yo no podía creer la insensibilidad de la mujer, que me estuviera preguntando eso a mí, ahí, con mi hija delante. Además, con MI hija, que es el ser más bello y adorable del planeta. ¿Cómo alguien puede siquiera considerar que hubiera sido mejor que ella no naciera?
Miré a la mujer creo que más con curiosidad que con furia y la vi tan cándida que logré sonreir y decirle "claro que se puede saber, nosotros lo supimos a las 14 semanas de embarazo, pero decidimos tenerla igual". Al escuchar lo de las 14 semanas, la señora puso una cara entre sorpresa y lástima e inmediatamente empezó a decir que esos niños eran muy cariñosos y seguían siendo así toda la vida.
La verdad es que no sé qué más dijo porque Yolanda salió corriendo hacia el tobogán y yo le di gracias a la inquietud infantil que me permitió alejarme de allí sin más.
No pude sacarme de la cabeza esa conversación surrealista el resto del día. No me queda otra alternativa que pensar que las palabras de la señora son fruto de la más pura ignorancia sobre el síndrome de Down. A lo mejor la señora pensaba que con alguna intervención quirúrgica se podía "remediar" el SD. A lo mejor hasta si sabía que era una condición genética y pensaba que la ciencia ya podría manipular los genes para "evitarlo". A ver, no es que no me hubiera topado con situaciones donde se evidenciara la ignorancia de la gente frente al SD, pero por lo general, eran situaciones en las que la gente se sorprendía frente a la desenvoltura e independencia de Yolanda. Y sinceramente, eso no hacía otra cosa que llenarme de orgullo por mi niña. Lo tomaba como un halago. Como cuando el equipo de evaluadores del departamento de atención temprana me dijo hace menos de un mes que Yolanda era uno de los niños con SD con más intencionalidad de aprender y de comunicarse que habían visto.
Pero preguntarme así en mi cara si yo no había podido hacer nada para evitar que Yolanda no naciera?
Mientras más escribo este blog más furiosa me pongo. Me parece que por los próximos días voy a llevar a mis hijos para otro parque, porque si me encuentro de nuevo a esa señora puedo insultarla… o podría sentarla a darle una clase sobre el SD. Espero que sea el segundo…

viernes, 15 de enero de 2010

Y los reyes llegaron a caballo

Y llegaron los Reyes... que fiesta! la pasamos en Vilanova, así que nos perdimos la de Barcelona, pero la de Vilanova fue espectacular. Hacen una cabalgata con los tres reyes y carrozas elaboradísimas. Lamentablemente estuvo lloviendo todo el tiempo y fue una experiencia un poco húmeda la verdad...

Durante el día, mi creativísima cuñada Ana, estuvo ocupando a los niños en hacer su farolito para alumbrar el paso de la caravana. Muchos niños tenían farolitos, pero los nuestros eran los únicos hechos en casa! Lo malo fue que la lluvia los arruinó por completo... En la foto todavía se ven enteritos porque acabábamos de llegar.

La costumbre es que los niños hagan sus cartas a los reyes y se las entreguen durante la cabalgata. Y para eso hay unas bolsas que cargan unas especies de pajes que van delante de cada carroza de un rey mago. Manuel había hecho un dibujo realmente precioso para los Reyes y lo puso en una de las bolsas muy emocionado.

Yolanda se la pasó aplaudiendo y bailando. Jorge por su parte no paró de llorar porque le asustaban los caballos. Decía: "ayo gujta no, eyes gujta no" y lo repetió como un mantra durante toda la noche.

Lo curioso es que a la mañana siguente cuando recibió su regalo de reyes, seguía diciendo "ayo gujta no", pero al preguntarle si le gustaban los reyes decía muy entusiasta "EYES SI! ayo gujta no".

El más descontento con su regalo fue Manuel. El quería un reloj de Ben 10, pero "el de verdad", y así lo puso en la carta de los reyes. Cuando abrió el regalo, la emoción se le transformó en frustración cuando comprobó que era de juguete. Y no paraba de repetir "pero yo pedí el de verdad"...

Ay las tristezas del crecer!


jueves, 14 de enero de 2010

A cagar en Navidad


Primero pido disculpas si el título de esta entrega ofende la sensibilidad de mis amigos latinoamericanos. En realidad podría ofender a todos los que no sean españoles.
Pero les pido paciencia, se explicará en el desarrollo del blog.
Uno de los shocks más difíciles de asimilar de esta aventura española- digo catalana-, ha sido lo escatológico de la cultura. Me explico. Aqui todo el mundo se caga en todo. Lo que nosotros pudorosamente llamamos el trasero (el derriére si eres muy fino), las nalgas (menos fino) o algún otro eufemismo, aquí es el culo sin ningún pudor (o el cul en catalán). Así que escuchar a Manuel hablar del culo es algo a lo que todavía no logro acostumbrarme (y lo hace MUY a menudo).
Pero volvamos a la navidad.
Empecemos por el pesebre o el belén o el nacimiento. Cualquier pesebre que se precie tiene que tener un "caganer", que no es otro que el cagón, un personaje (que puede ser una figura pública) que está en cuclillas cagando… si, en el pesebre. Significa eso que se cagan en el Niño Jesús? Hasta a mí, que soy medio atea, me parece escandaloso. La explicación es que es un símbolo de prosperidad… Pero la cosa no termina ahí, también está el que mea. Y por supuesto, la meada no es discreta, el chorrito de pipi describe un arco olímpico…
Pero si es que hasta el grupo musical Estopa (famoso aqui en Catalunya, no sé hasta donde llega su fama en el resto de España y el mundo) pegó una cancioncita que se convirtió en el hit navideño y cuyo coro decía (otra traducción libre):

En un pesebre tiene que haber el niño Jesús y San José (...)
pero sobre todo tiene que haber un caganer...

Luego, en navidad los regalos no los trae el Niño Jesús como era en mi casa cuando era pequeña o Santa Claus/Papá Noel como es ahora sino un ser de la naturaleza encarnado en un tronco con una carita pintada en uno de los extremos y que llaman "el tió". Pues el tió caga los regalos. Si, como suena, los caga. Toménse un rato y asimílenlo. Sobre todo, cuando lean lo siguiente, los niños le dan palazos al tronco mientras cantan una cancioncita que dice (En versión corta y traducción libre del catalán):

Caga, tió
Avellanas y turrón
Si no cagas, tió
Te daré un golpe de bastón

Nosotros vivimos nuestra primera cagada de tió en la guardería de Jorge, donde el tió le trajo una pelota a Jorge y a nosotros, un calendario del 2010 con una foto de Jorge preciosa. Pero además, el tió le trajo una caja grandísima llena de instrumentos musicales al salón de Jorge.
El tió llega a las casas catalanas (y a los colegios y a todas partes donde haya una pequeña comunidad) el 8 de diciembre (día de la Inmaculada Concepción, alguien dijo algo de sincretismo?). Y a partir de ese día se le cuida, arropándolo con una manta y dándole de comer. Mientras mejor alimentado está el tió, mejor caga. Una lógica imbatible, no?

En mi vida hubiera pensado que una de mis ocupaciones como madre era enviar al colegio alimentos para un pedazo de tronco con una carita dibujada con marcador! Bueno, no tanto como alimentos. Según dijo la maestra de Jorge "cualquier cosa para alimentar el tió". Nosotros mandamos un chocolate y Jorge recogió hojas secas por el camino y todo junto fue a parar al plato del tió. Y un día me dijo la maestra toda orgullosa que ese día Jorge había alimentado al tió. Yo no supe cómo interpretar eso y sonreí como uno sonríe cuando no entiende nada de lo que le dicen y le da pena admitirlo.
Es obvio que el tió viene de un pasado rural, donde el tronco era la fuente de calor de una casa. Era diferente en cada casa, porque cada uno agarraba el tronco que quería y le pintaba la cara que quisiera. Hoy en día los venden todos iguales.
Investigando en internet encontré una página que dice que cuando el tió termina de cagar (cuando ya ha sido azotado lo suficiente supongo) caga un arenque salado, un ajo, una cebolla o se mea en el suelo. Toda una joyita, el tió…
En teoría, el tió sólo caga cosas pequeñas, porque los regalos grandes los traen los Reyes Magos el 6 de enero.
Pero encima de eso, también aparece el Papá Noel trayendo regalos el 24 de diciembre, porque por muy catalanes que sean, la influencia gringa no se deja de sentir.
Ahora pueden imaginarse la de complicaciones que hemos tenido nosotros para congeniar al Niño Jesús (que es la tradición que sentimos como nuestra y que era el que había traido los regalos de navidad en nuestra casa hasta ahora), con el tió, con Papá Noel y con los Reyes Magos.
Manuel todavía no las tiene todas consigo. No entiende porqué a otros niños, les trajo regalos el tió y papá noel y a él sólo le trajo unas chucherías el tió. La verdad es que nosotros no queremos llenarlos de regalos. Basicamente no podemos llenarlos de regalos a los 3 pero tampoco nos parece lo correcto. No es la forma en que queremos educar a nuestros hijos. Asi que decidimos optar por los Reyes como los traedores de regalos porque todos los niños estarán recibiendo regalos ese día.
Y para Manuel, el Niño Jesús y Papá Noel delegaron en los Reyes los regalos que venían para España.

lunes, 9 de noviembre de 2009

La vida cotidiana

Antes de entrar en materia, pido disculpas a aquellos que puedan haberse preguntado qué pasaba con este blog que no se actualizaba desde hace casi dos meses. Al menos sé que mi amiga Livia, del IESA y ahora en Madrid, lo hizo públicamente en Facebook hace poco. Así que al menos UNA persona está pendiente. Eso es motivo suficiente para esta disculpa. ¿La razón para tanto tiempo de silencio? Pues un poco de todo. Falta de inspiración y/o ganas. Trabajo a tiempo completo en la oficina, para regresar al trabajo a tiempo completo en la casa. Y también que el tiempo que uso normalmente para escribir el blog, los 30 minutos de viaje en metro a la oficina, los he dedicado a la lectura de un libro interesantísimo de un escritor francés llamado Daniel Pennac sobre los alumnos con dificultades en la escuela. Por supuesto, lo estoy leyendo en catalán, ya que no tengo tiempo de estudiar... El asunto es que leer es otro de los placeres que la maternidad me ha puesto en lista de espera...

Pero bueno, hecha esta aclaratoria y pedidas estas excusas, copio aqui el blog que escribí hace unos días, cuando se me quedó mi libro en la casa...

Que dificil es conciliar la vida cotidiana con la vida ideal. No es sólo que el día a día no nos da tiempo de hacer lo que queremos, sino que no nos da tiempo de vivir como queremos.
Todo requiere cierta planificación y aquellos que nos conocen pueden atestiguar que ese no es nuestro fuerte como familia. ¿Cuánto tiempo se van a quedar viviendo en Bogotá/Buenos Aires/Miami? No lo sabemos. ¿A dónde se irán después? No lo sabemos. ¿Dónde quieren vivir? No lo sabemos.
Podemos diseñar estrategias de comunicación para enfrentar posibles crisis de los clientes, podemos planificar el trabajo de la oficina, ¿pero nuestra vida?, eso no.
En el caso concreto de nuestra vida en Barcelona sentarnos a planificar un futuro concreto es casi imposible. Para nosotros, digo. A lo mejor otros, en nuestras circunstancias, no podrían vivir sin planificar. Y no sólo es que muy pocas veces tenemos el tiempo de sentarnos a hablar de eso, es que casi nunca tenemos la disposición anímica para hacerlo. Para eso, hay que superar la vida cotidiana, las pequeñas crisis diarias que nos dejan agotados. Los vómitos nocturnos, las diarreas diurnas, los llantos a todo pulmón sin razón alguna, o con ella. Las citas médicas, las terapias, el trabajo, la cachifeadera, etc., etc.
Hay un tema en concreto que nos atormenta o más bien, nos persigue, desde hace tiempo: el tener un lugar propio. Ustedes dirán, pero es que tener un lugar propio no es compatible con la vida de gitanos que ustedes llevan. Precisamente. En cada país que hemos estado, hemos visto lugares para comprar. Nos decimos que siempre puede ser una inversión cuando nos vayamos, pero luego la perspectiva de administrar el alquiler de un lugar y pagar hipoteca a distancia nos desanima. Y es que si uno sabe que no va a estar en un lugar más de dos años tampoco vale la pena.
Y así estamos ahora, con la pequeña diferencia que aquí no tenemos fecha de partida. Lo que no significa que nos vayamos a quedar a vivir aquí…
Pero además, tampoco tenemos trabajo estable, lo que dificulta un poco la obtención de una hipoteca.
Pero el tema de este blog era otro, aunque no lo parezca porque ya va medio blog…
Y es que cuando pensamos en un lugar propio, o en cualquier otro lugar al que nos vayamos después de éste donde vivimos ahora, no logramos decidir si sería en la ciudad o en las afueras. O lo que es lo mismo, si prevalecerá nuestra comodidad o la de nuestros hijos. Me explico, para nosotros es mejor vivir en la ciudad por el trabajo que esperamos conseguir. Yo no quiero tener que viajar una hora en tren para después agarrar metro para llegar a la oficina o a mi casa en dos horas.
Pero para los niños, vivir en las afueras significaría tener un patio, o mejor aun, un jardín. Y más libertad en general para ir caminando al colegio y demás. Y esto no son especulaciones, cada vez que vamos a Vilanova sentimos que ellos son felices y Manuel nunca se quiere ir.
Y además está el tema de las escuelas. Barcelona está saturada y nuestro caso es una prueba de ello (si no sabes de qué hablo busca el blog anterior sobre el calvario de las escuelas). Sin mencionar que el alquiler sería mucho más barato.
Yo siento que quizás durante sus años de infancia deberíamos vivir en un lugar para ellos, pero no logro superar el rechazo a lo que los ingleses llaman el "commuting" o sea, el viajecito diario.
¿Y Yolanda?, pues estaría igual de bien. Posiblemente habría que venir a Barcelona de vez en cuando a los médicos y así, pero nada que no se pueda manejar.
Pero para colmo de contradicciones, José y yo tenemos un sueño común: comprarnos una masía (casas de campo, de un viñedo o una siembra) y remodelarla por dentro y restaurarla por fuera. Con mucho terreno para sembrar y tener animales y que nuestros hijos tengan mucho espacio al aire libre para jugar. Pero es un proyecto que necesita tiempo y dinero, y ahora no tenemos ninguno de los dos. Suena más como un proyecto de jubilación... pero entonces ya nuestros hijos no serán pequeños...
Así que ese es el dilema que ocupa ahora nuestras vidas. Mudarnos a un lugar con jardin, lo que implicaría salir de la ciudad y ver a nuestros hijos jugar felices mientras nosotros hacemos viajes diarios de tren calándonos los retrasos y los apurruños.
O quedarnos en la ciudad viendo a nuestros hijos mirar por la reja del balcón y llegando en media hora a la oficina.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Tengo otra pareja

Tengo una nueva pareja… y también se llama José. Bueno, Josep (se lee yusep).

Pues es mi nueva pareja linguística, asignada por el Consorci per a la Normalització Linguística de la Generalitat de Catalunya.





El programa "Voluntariat per la llengua" (creo que en Venezuela no se le hubiera puesto ese nombre a ningún programa…), es un programa de voluntarios que dedican su tiempo a conversar con personas que, como yo, tienen conocimientos básicos de catalán y desean practicar en un entorno real. Podrá tener sus detractores y puede que no funcione a las mil maravillas, pero yo no tengo ninguna queja. Por el contrario estoy encantada.

Cuando mi profesora de catalán me preguntó si quería inscribirme, yo respondí que sí con entusiasmo, pero dudaba de si podría mantener una conversación de una hora seguida en catalán. Igual, ella me dijo que no esperara que me contactaran inmediatamente, que podían pasar unos meses antes de que procesaran mi solicitud y antes de que consiguieran a una persona que se ajustara a mi disponibilidad y le viniera bien mi ubicación. Así que yo me confié en que tenía un tiempo más para mejorar mi catalán.

Pero cuál no es mi sorpresa cuando una semana después de terminado el curso B2, recibo un e-mail del Programa anunciándome que tenían una pareja para mí. Me daban su nombre y su teléfono y me recomendaban que esperara unos días antes de llamarlo para asegurarme de que él también hubiera recibido la información.

A la mañana siguiente, sola con los tres niños, entre leche derramada, gritos y llantos y apurada porque teníamos una cita con la nueva profesora de Yolanda, me llamó Josep. Me agarró completamente fuera de base. Fue muy amable pero algo seco, como muy ejecutivo (si, recibí la información, nos vemos esta tarde a las 7pm en la estación de metro de Poblenou). A mi no me salía el catalán. Dije cualquier cosa. Me sentí como una tonta y pasé todo el día pensando en que el pobre señor estaría arrepentido de haberse metido en esto. Seguramente estaría pensando algo como: "Esta no habla nada, ¿cómo se supone que vamos a conversar durante una hora?"

Pues cuando llegué a la estación de metro me puse a buscar un señor mayor. Aunque su voz no sonaba como de persona mayor, yo tenía la idea de que las personas que eran voluntarias eran jubiladas. Y estaba a punto de acercarme a un señor muy mayor que estaba como esperando a alguien junto a la salida del metro cuando sonó mi celular (o mi móvil, como dicen aqui) y era Josep que se acercaba justo detrás del señor al que yo me iba a acercar. Pues de viejo, nada. No será mucho mayor que yo. O sea, un joven adulto…

No diré que fue amor a primera vista , pero nos caímos bien desde el primer momento y mi catalán, básico como es, fluyó relativamente bien.

Resulta que una de las primeras cosas que hizo Josep fue… disculparse por su catalán! Según él, era poco académico, de la calle, y como tal, contaminado por el castellano.

El asunto es que en los tiempos de Franco, estaba prohibido el catalán. En las casas catalanas se hablaba el catalán, por supuesto, como resistencia orgullosa al dictador, pero no se enseñaba catalán en las escuelas ni se permitía la edición de libros en catalán. Por lo tanto, nada de gramática catalana. Cuando los niños de la época franquista crecen y el catalán vuelve a la vida pública, se encuentran con que no saben escribirlo y les cuesta mucho leerlo. Y tengo que acotar aquí que el catalán no es nada fácil de escribir…

Pues Josep tuvo que estudiar catalán después de viejo para poder seguirle el trote a sus hijos que lo corregían a cada rato. Aun así todavía dice la hora como se dice en español. Lo dice en catalán, pero como se dice en español. Y es que en catalán no se dice las ocho y media, por ejemplo. Sino que se dice dos cuartos de nueve. Asi, decir las "vuit i mig" es formalmente incorrecto, pero informalmente aceptado.

Hasta la profesora Emilia, mi encantadora y excelente profesora del B2, tuvo que estudiar gramática catalana de joven.

Nada como empezar a conocer un país para descubrir cosas interesantes.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Mi vida en cajas

Me vine una semana a Venezuela a descansar. Sin hijos y sin esposo. Mi esposo casi que me obligó a venir, porque me sentía culpable por dejarlo solo con los tres niños. ¿Cómo iba a hacer para hacer el programa de radio y seguir su entrenamiento? Me sentía como una madre desnaturalizada porque yo sí que me quería venir. Sabía que iba a extrañar a mis hijos, pero necesitaba extrañar a mis hijos.

Después de tres meses de vacaciones de verano, en las que Jose se fue de viaje en dos ocasiones por casi una semana cada vez, estaba lista para desconectarme. Soñaba con poder dormir hasta la hora que quisiera sin tener a un enano gritándome en la pata de la oreja "maaamiiiii!!! ya es de día! hora de levantarse!" o poder dormir toda la noche sin levantarme a punta de llantos a las 3 de la mañana. También quería pasar tiempo con mi abuela sin tener que correr detrás de un niño inquieto, ir al cine sin preocuparme de lo que me iba a costar la niñera, conversar horas con mi hermana sin interrupciones por la hediondeza de un pañal, ir a la playa y poder leer un buen libro, etc., etc.

Bueno, casi todo ha sido asi. Lo de dormir hasta la hora que quisiera, o sea, después de las 7am, no ha pasado, simplemente porque mi cuerpo no se dio por enterado. A las 6:30am abro el ojo todos los días. Eso si, nadie me quita el placer de remolonear en la cama o de agarrar un libro y leer hasta que el hambre me obligue a bajar a desayunar.

Entre las cosas que decidí hacer en este viaje de ocio, estuvo ponerme a revisar unas cajas que tienen años en casa de mi hermana con cosas nuestras. Por una razón o por otra, parte de nuestras mudanzas han terminado en esta casa. Y siempre hemos tenido el sentimiento de culpa de estar abusando de mi hermana por tenerle la casa inundada de cajas. Así que las saqué de donde las tenía guardadas, me tomé un antialérgico, me puse un tapabocas y me enfrasqué en la revisión de las cajas.

La verdad es que no me había dado cuenta de la verdadera dimensión de lo que iba a hacer. Las cajas se convirtieron en una máquina del tiempo. Revisar la primera me tomó casi dos horas. Fueron dos horas sentada en el piso leyendo carta tras carta, diario tras diario, viendo fotos de viajes. Desde que abrí la primera, me transporté diez años atrás, incluso más, porque había fotos y papeles de mi infancia. Resulta que las cajas no eran sólo de mis mudanzas, eran mi cuarto de niña y adolescente vaciado en paredes de cartón.

Mi intención inicial era deshacerme de aquellas cosas que por el tiempo hubieran perdido su importancia o su valor decorativo. Pero me encontré con todo lo contrario, con cosas que no tenían mucha importancia pero tenían toneladas de valor sentimental. No podía botar nada. No quería botar nada.

Entonces me enfrenté a cajas con libros. Pensaba que eso iba a ser lo más fácil de resolver. Si no hemos tenido estos libros durante años, es porque no los hemos necesitado, pensaba. Los donaré al Banco del Libro. Deshacerme de los libros era la manera más fácil de reducir el lote de cajas. Había porlo menos cinco cajas grandes de libros. Pero ahi también estaba equivocada. La mayoría de los libros tenían una historia detrás o seguían siendo interesantes para mi. Otros estaban dedicados. Otros simplemente eran muy bonitos.

Me debatía. Los libros son parte de nuestra vida. Ambos somos comunicadores. A ambos nos gusta leer y escribir. Yo estudié producción gráfica. Yo amo los libros por lo que son, además de por lo que contienen. ¿Cómo podía deshacerme de algo que nos identificaba como personas? Ahi estaban mis colecciones de revistas, unas que produje yo, otras que leia con fervor, otras que hicieron amigos. Las novelas, los cuentos, los ensayos...

Entonces me pregunté ¿por qué no puedo tener una biblioteca donde guarde todos estos tesoros? una de esas bibliotecas de los abuelos, con libros del suelo al techo que huelen a papel y a cuero, con butacas cómodas para abandonarse en el placer de la lectura. La respuesta llegó solita... porque la vida que escogí, de gitana perpetua, no es la más adecuada para formar una biblioteca de vida.

No tiene mucho sentido mudarse cada dos o tres años, cargando con cajas de libros, además de las cajas de juguetes, ropa, cuadros, adornos, fotos, cosas de cocina, etc., etc. Por más que amemos esos libros, no los leemos. Nunca podré tener esa biblioteca, simplemente porque primero tenemos que estabilizarnos y escoger un lugar del mundo como hogar permanente. Y aunque yo quisiera creer que Barcelona es ese lugar, aun no lo puedo asegurar.

Asi fue que cerré las cajas y escribí con un marcador permanente "LIBROS DONAR". Mientras hacía eso, le mandaba mensajes de texto a José contándole el desgarramiento que sentía, el dolor que me daba deshacerme de todos esos libros. Buscaba que me dijera algo que me convenciera de seguir abusando de la casa de mi hermana y quedarme con los libros. Y lo que me dijo fue algo así como "pero no los botes, dónalos".

Si, eso es lo que pensaba hacer...

viernes, 21 de agosto de 2009

La relatividad de la riqueza

No hay frase más cierta que aquella que dice "todo es relativo en la vida". Todo es relativo a tus circunstancias, a tu estado de ánimo, a la gente que te rodea. Quizás por que creo firmemente en eso, nunca he podido entender los extremismos. Y no tolero la intolerancia, jejeje.

El hecho es que a medida que uno crece, o envejece y cambian sus circunstancias, cambian las definiciones de las cosas. Ciertos conceptos se modifican y algunos principios se hacen un poco más flexibles. Si hay alguien que haya tenido hijos y no esté de acuerdo conmigo, que me lo diga.

Por ejemplo, mi concepto de la riqueza ha cambiado mucho en el tiempo. Cuando era pequeña y vivía en una casa grande con dos personas de servicio doméstico (sin contar con el eventual jardinero), iba a un colegio privado, viajaba a Europa todos los años, y había siempre un carro (auto, coche) de repuesto en la casa, la riqueza era tener unos carros más lujosos o una casa mas grande, ropa más elegante, viajes más exóticos, obras de arte más costosas. Es decir, la riqueza era lo que ya tenía pero en superlativo.

Cuando comencé a trabajar, la riqueza se convirtió en tener el dinero suficiente para vivir sola con las mismas comodidades que en casa de mis padres. Vale decir que nunca me mudé sola.

Cuando me casé, la riqueza era estar juntos, podernos ir de viaje a cada rato y tener un apartamento cómodo. Creo que fuimos ricos muchos años...

Cuando tuve hijos, la riqueza era poder viajar en primera clase o en clase ejecutiva. Y no por frivolidad u ostentación, sino porque viajar con bebés en clase turista (amamantar, cambiar pañales, dormirlos en brazos, etc) es muy incómodo. Vale decir que aquí nunca fuimos ricos… y eso que viajábamos mucho...

Hoy en dia, a los 41 años, con tres hijos pequeños y empezando una nueva vida en Barcelona, mi concepto de riqueza sólo incluye una cosa. Una sola cosa. Una persona que llegue a mi casa a las 8 de la mañana y se vaya a las 9 de la noche todos los días. Que mantenga la casa limpia, ordenada, la ropa lavada y planchada. Nos prepare el cafecito de la mañana y de la tarde. Lave los platos. Nos ayude a llevar y traer a los niños al colegio y a bañarlos antes de acostarlos.

Ya no me importa si viajo en primera, si tengo carro, si vivo en casa propia y si ésta es grande o pequeña. Me importa no tener que limpiar y lavar todas las noches después de acostar a mis hijos. Me importa que no se me acabe la paciencia con mis hijos porque estoy cansada. Me importa que mis hijos puedan jugar en el suelo de cualquier lugar de mi casa sin que me preocupe la suciedad. Por ahora, no tenemos esa riqueza.

De la siesta y otras cosas

Nunca en mi vida fui de dormir siesta. Nunca lo necesité. De hecho, si dormía de día me levantaba con dolor de cabeza. No se si alguna vez formulé este pensamiento, pero mirando en retrospectiva, creo que yo consideraba que dormir siesta era de flojos o de trasnochadores. Parecía protestante yo, en vez de la niña de colegio católico de monjas que soy... O que era.

Después de tener a mi primer hijo, comencé a desear el sueño como a un bien de lujo. Para cuando tuve el tercero, dormir se había convertido en algo así como el Santo Grial, en algo deseado, pero nunca alcanzado. Y sin embargo, seguía sin dormir siesta.

No se si era yo, pero nunca conseguía que mis tres hijos durmieran al mismo tiempo, lo que significaba que siempre había uno despierto... Y yo con él... O ella…

Y entonces nos mudamos a Barcelona. Y ahora vivo en el mundo de la siesta vespertina de una o dos horas diarias. Y se ha dado el caso de una siesta de tres horas.

Hay varios factores que se juntaron para que esto fuera asi. Los horarios españoles donde todo abre tarde y cierra tarde con el intervalo de 2 a 5pm para la siesta. El hecho de que José está en la casa a esa hora y era el único que podía obligar a Manuel a dormir. Las idas a la cama alrededor de la medianoche haciendo las cosas que no se pueden hacer con los niños alrededor (o sea, limpiar, doblar ropa, revisar facebook, etc… y de vez en cuando, simplemente estar junticos). Los entrenamientos matutinos que unidos al ritmo incansable de los niños nos dejan agotados el resto del día. Y por supuesto, el desempleo. El delicioso desempleo (Ojo, delicioso por ahora que sólo van cuatro meses. Dentro de seis meses hablamos). De hecho, en los días que no puedo dormir siesta por el trabajo ocasional o alguna cita o compromiso, me convierto en una zombie insoportable.

Ultimamente Manuel ha comenzado a rebelarse. No lo culpo, en estas vacaciones tiene muy poca actividad física. El pobre obedece a la orden de ir a dormir, pero después de que lleva media hora dando vueltas en la cama sin poderse dormir, llega el inevitable "mami, no tengo sueño". Por lo general yo me acabo de dormir y por lo general le respondo con una frase tan egoísta como antipática: "sigue intentando, cierra los ojos y quédate calladito". La sola posibilidad de quedarme sin siesta elimina de un plumazo todo el instinto maternal.

Pero ya no se puede obviar esta situación, por lo que le he sugerido que se lleve un libro a la cama y se entretenga mientras nosotros dormimos. Y ha funcionado… por media hora… asi que estamos igual.

El tema de la inactividad física me preocupa un poco. Cuando decidimos no inscribir a los niños, especialmente a Manuel, en un campamento de verano (un casal como dicen aqui) hicimos muchos planes. Los casales son muy caros, así que siempre iba a ser más barato hacer paseos en tren o por la ciudad. Con lo que no contábamos era con las actividades de los adultos. Entre el programa diario de radio de Jose en las mañanas y mis clases de catalán en las tardes, no nos queda mucho tiempo para hacer planes. El periodo de tiempo que tenemos libre es entre las 11am y las 5pm, que son las horas de más calor y además, Yolanda y Jorge si tienen que dormir la siesta. El asunto es que el pobre Manuel se aburre y acumula energía, es decir, se pone insoportable!

Eso si, si no duerme la siesta, no da tanta guerra para dormir en la noche. Hay que mirar todas las caras de la moneda...

Asi es que todo apunta a que los tiempos felices de la siesta española se acabaron… al menos para uno de los dos adultos de esta casa.

Las pequeñas cosas

Este blog lo comencé a escribir hace un mes. Mi estado de ánimo no era el mejor y cuando llegué a la parte quejona lo dejé, porque me gusta regodearme en la autocompasión, pero prefiero hacerlo en privado.
Así que hoy lo retomo con otra visión. Aquí va.


Las pequeñas cosas


Nos tenemos que dar con una piedra en los dientes.

Me acabo de despedir de mi familia en pleno a la entrada del edificio para ir a la oficina. Ellos iban a llevar a Yolanda a la guardería, que es la única que todavía tiene actividad escolar. Jorge y Yolanda gritaban "adios mamá!" y se despedían con la mano, mientras Manuel lloraba agarrado al coche porque no podía venir conmigo. Jose, guapísimo con casi 10 kilos menos, en su rol de padre y esposo amoroso.

Aun no cumplimos cuatro meses de haber llegado a Barcelona y nuestra vida va en camino de estar muy bien resuelta. Los niños están todos inscritos en colegios (Yolanda finalmente quedó en el mismo colegio que Manuel). Yolanda ya está insertada en el sistema de atención precoz de Cataluña. La familia de José ha creado un microsistema de planes de fin de semana, actividades y juegos para los tres.

Yo tengo un pie en el mercado laboral con mi mini trabajo de la Fundación de Sindrome de Down, que disfruto mucho y además es una gran escuela. El catalán va progresando y creo que lograré un nivel aceptable en poco tiempo.

José está feliz con sus cursos de cocina y pronto comienza el curso de chef en serio. Mientras tanto creó una compañia con la que hace trabajos free-lance de comunicación y acaba de conseguirse un programa de radio diario de dos horas.

Esas son las grandes líneas que definen la felicidad: pareja, hijos, familia, casa, trabajo. Pero entonces viene la letra pequeña, las cosas mezquinas que lo hacen a uno sentirse culpable por no ser completamente feliz cuando tiene todo lo importante.



Hasta aqui escribí hace un mes. Hoy lo retomo tratando de mantener cierto grado de honestidad en este blog.

Hablaba de las cosas pequeñas. Que si estás gorda, que si cachifeas mucho, que si no tienes vida, que si no puedes salir al cine o a comer con tu pareja, que si te hace falta la vida con amigos de toda la vida.

Tengo que reconocer que he pasado por momentos duros en los que estas pequeñas cosas se han convertido en montañas y me han tapado la visión de conjunto. Son los árboles que no me dejan ver el bosque.

Pero, como dice el joropo "hoy todo me parece más bonito, hoy canta más alegre el ruiseñor".

Eso si, pueden estar seguros de que habrá más autocompasión, habrá más momentos en que me pregunte, o nos preguntemos, si hicimos lo correcto. Esta vaina no es fácil. Y sería ingenuo de mi parte pensar que lo va a ser pronto. Creo que nos queda un tiempo relativamente largo antes de que lo hayamos logrado.

Pero como dice José, lo importante es la dirección del cambio, no la magnitud.

miércoles, 15 de julio de 2009

Bueno por conocer

(Esta entrega tiene más de una semana escrita sin tiempo de publicarla. Ahora comenzaron las vacaciones de verano y junto con el curso intensivo de catalán, !no queda tiempo ni para el blog!)

Que distinta es mi nueva Barcelona de mi vieja Barcelona. Bien dicen que no es lo mismo ser inmigrante que ser turista.

Pero no me malinterpreten, me gusta mucho mi nueva Barcelona, pero es muy distinta. Con decir que en tres meses que ya llevamos aqui, no he ido ni una vez al barrio gótico. A la Sagrada Familia la vi de refilón cuando iba en camino a una cita de Yolanda.

Mi antigua Barcelona era una ciudad de caminares sin prisa y sin fin, de intensas sensaciones, de constantes asombros ante la diversidad y originalidad de sus construcciones. De manifestaciones culturales en cada esquina.

Recuerdo que al final de mi primera visita a Barcelona con mi amiga querida Ana Maria, le dije que me encantaba el espíritu de esta ciudad y que algún día me gustaría vivir aquí. No muy original yo, la verdad. Pero mira tú que la vida me lo cumplió… pero me trajo a otra Barcelona.

Ahora vivo en una Barcelona de parques infantiles en cada esquina, de sesiones de ejercicio en el paseo marítimo, de horarios incompatibles del trabajo con guarderías y colegios, de facturas de celular, agua y luz, de mercados diarios, de presupuestos justos, de caballitos (y carritos, motos, delfines, etc.) de monedas, de zoológico, de aquarium... En fin, una Barcelona de pareja sin trabajo fijo y tres niños pequeños.

Que Barcelona es una ciudad bohemia y culta nos porfiaba un amigo el otro día. Depende de cuál ciudad veas respondía mi esposo. La ciudad de los borrachos que dejaban diariamente el paseo marítimo lleno de basura, bolsas de MacDonald vacías y de botellas de cerveza? La ciudad de los dueños de perros que, teniendo un espacio especialmente asignado para el esparcimiento y las necesidades de los perros, no recojen los desechos de sus animales y dejan el parque lleno de excrementos? La ciudad en la que los colegios terminan a las 4:30pm y las oficinas a las 7pm?

Pero es que podemos ver el vaso medio lleno, pensé yo. Es la ciudad en la que a las 7 de la mañana hay un batallón de gente limpiando las playas y el paseo marítimo. La ciudad en la que HAY espacios asignados para las necesidades de los perros. La ciudad del bicing.

La ciudad en la que hay una campaña de la Generalitat llamada "Llegir ens fa lliures" o "leer nos hace libres" en la que distribuyen fragmentos de libros de autores catalanes en las estaciones de metro y de tren. Gracias a estos mini libros he podido sentir que el ser intelectual que vivía dentro de mi no ha muerto. Además de descubrir autores catalanes interesantísimos he practicado catalán en el metro y en el tren.

Además, Barcelona es una ciudad con mucho estilo. Y esto podrá sonar superficial y banal, pero es muy agradable circular por un lugar donde pareciera que trabajan los más creativos publicistas, los mejores diseñadores gráficos, los mejores fotógrafos y arquitectos. Pareciera que el Ayuntamiento y la Generalitat han hecho un punto de honor hacer las cosas con estilo. Posiblemente muchos estén en desacuerdo conmigo y les parezca que todo esto que estoy escribiendo esta equivocado. Pero bien dicen que la belleza está en el ojo de cada cual (beauty is in the eye of the beholder). Y ultimadamente este es mi blog y si quieren discrepar, ahí está el espacio para los comentarios.

En definitiva, lo que quería decir con todo esto, es que hasta ahora, con sólo tres meses de estar aqui, me encanta Barcelona, y me encanta más que no sea perfecta pero que quiera serlo.